Es tiempo de edificar su casa

En el presente domingo, nuestro pastor Jesús nos habló acerca de Hageo 1:2.

«Así ha hablado»: Dios hablaba, habla y hablará. Por tanto, nos es necesario saber reconocer su voz, saber cuándo nos habla Él, y cuándo por el contrario lo hace el Enemigo. Para poder conseguirlo, se requiere mucha lectura de la Biblia, también pasar tiempo en comunión con Dios. De esta forma, reconoceremos su voz y sus patrones (Dios es un Dios de orden).

«Jehová de los ejércitos»: este nombre es usado como una forma que tiene Dios de aplicar disciplina. En nuestras vidas debe existir un orden, además de disciplina. Un vida sin nada de esto se pierde. Un ejemplo de disciplina es la asistencia a la Iglesia (hemos de cumplir con todo aquello que Él nos manda, aunque haya cosas que no entendamos), o bien también la puntualidad.

«Este pueblo dice»: Dios oye todo lo que decimos, pues Él está presente en todo lugar. Dios sabe todo lo que hacemos, en cada uno de los momentos.

  • Bautismo mediante la sumersión del cuerpo en agua
  • Bautismo en el Espíritu Santo (el fuego de Dios)
  • Bautismo en el cuerpo (de Cristo): la iglesia es el cuerpo de Cristo, y nosotros formamos parte de él, no únicamente a nivel mundial, sino también en un ámbito más local. Hemos de ser parte de nuestra iglesia: preocuparnos por los hermanos, y también de cosas más simples como apagar la luz de un baño

«No ha llegado aún el tiempo»: en Mateo 16:3, se nos muestra cómo nosotros, muchas veces, determinamos por nuestra propia cuenta si es el tiempo o no de llevar a cabo determinadas cosas, sin haberle tan siquiera preguntado a Dios por ello.

«El tiempo de que la casa de Jehová sea reedificada»: nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, y por tanto hemos de preocuparnos por solucionar todos los problemas que en él haya. Se trata de «reedificar», pues ya fuimos edificados por Dios cuando lo aceptamos en nuestros corazones. Todos nosotros pecamos, pero tenemos que arrepentirnos, de corazón. No es lo mismo pecar que practicar el pecado (pecar conscientemente, sin tratar de poner fin a dicho pecado; este tipo de pecadores, probablemente, no entren en el reino de los cielos). Sino reedificamos nuestro templo, nuestra vida se convertirá en una ruina. Si nos preocupamos por lo nuestro, no poniendo a Dios en el primer lugar que se merece, entonces entraremos en un círculo vicioso de miseria, a nivel físico, económico y espiritual.