MATEO 13:24-30
Jesús nos advierte en la parábola del trigo y la cizaña que no podemos vivir confiados solo por asistir a la iglesia. Debemos estar en alerta, porque el enemigo siempre busca sembrar mala semilla en nuestra vida (Marcos 13:33). La verdadera paz no viene de la comodidad, sino de buscar a Dios en todo momento.
Cuando empezamos a dar fruto, también aparece la cizaña que intenta dañarnos. Sin embargo, nuestro gozo no debe ser quitado, porque nuestra relación con Dios es más fuerte que cualquier ataque.
La Biblia nos recuerda: “El que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Corintios 10:12). Muchas veces caemos sin darnos cuenta, y Dios nos pide paciencia: no arranquemos la cizaña, pues Él puede transformar corazones.
Nuestro testimonio es como un olor que influye en los demás. La meta que Dios tiene para nosotros es que Jesús cambie nuestro corazón, que Su amor fluya y que seamos un canal de bendición. El llamado es claro: preocuparnos por nuestra propia cizaña y comprometernos de verdad con Dios.