Buenas tardes hermanos, pedimos disculpas pues este domingo han habido problemas técnicos y no disponemos del audio de la prédica. Por tanto, os compartimos solo el resumen de esta. Bendiciones 🙂 .
TITO 3: 3-8.
LA SANTA DOCTRINA.
- Versículo 3.
El “nosotros” nos incluye a todos, y el “también” nos conecta con todos los hombres, de todos los tiempos. El verbo “éramos” habla de nuestro pasado: antes vivíamos en maldad. Esto nos muestra que no somos diferentes de aquellos que aún no conocen a Dios. Todos tuvimos un lado oscuro.
Por lo tanto, no debemos mirar a nadie con superioridad, sino con compasión, reconociendo que también fuimos como ellos. Debemos verlos como Dios los ve: con amor y necesidad de salvación.
- Versículo 4.
Dios, en su bondad, manifestó su amor a toda la humanidad (1 Timoteo 2:4). Estas personas necesitan conocer a Jesús y experimentar ese amor (1 Juan 4:10). La única diferencia entre nosotros y ellos es que Dios nos salvó.
- Versículo 5.
No fuimos salvados por nuestras buenas obras, sino por su misericordia. La palabra “misericordia” viene de “miseria” y “corazón”: es cuando Dios inclina su corazón hacia nuestra miseria.
Estamos en un proceso continuo de renovación, y esa transformación solo ocurre a través del Espíritu Santo, que vive en nosotros y nos hace nuevas criaturas. Esa es la verdadera diferencia.
- Versículo 6.
Cada día somos renovados por el Espíritu Santo. Debemos buscar esa restauración diaria en Él.
- Versículos 7 y 8.
Somos justificados por la gracia de Dios. Y como respuesta, debemos vivir con misericordia hacia los demás.
Pablo le dice a Tito que debe enseñar con firmeza esta sana doctrina, para que los creyentes se ocupen de las buenas obras.
La sana doctrina no se trata solo de entender que Dios nos ama y que somos salvos por gracia. También implica responder a esa gracia con acción, con obras que reflejen la bondad y el amor que Dios ha tenido con nosotros.
No se trata de presumir de lo buenos que somos, sino de que otros puedan conocer a Dios a través de nuestras buenas obras (Mateo 5:15). La luz de Cristo en nosotros debe marcar la diferencia.
Efesios 2:9-10.
No fuimos salvados por obras, pero fuimos creados para buenas obras. Enseñar y vivir la sana doctrina nos recuerda quiénes éramos, cómo Dios nos transformó y qué espera ahora de nosotros: que reflejemos a Jesús.