ROMANOS 14:17
Es necesario vivir con una perspectiva eterna, enfocándonos en lo que realmente agrada a Dios, más allá de lo material o de las obras visibles. Lo importante no es lo que se hace para Dios, sino permitir que Él transforme el interior. La diferencia verdadera se nota en quien tiene a Cristo como centro de su vida.
No se trata de actuar según el propio tiempo o criterio, sino de confiar en la justicia y el tiempo de Dios, entendiendo que no todo se mide desde la lógica humana.
Lo que Dios valora es un corazón rendido y dispuesto, no necesariamente «el talento». La entrega sincera y la disposición a obedecer son más valiosas que la apariencia o superficialidad.
No olvides que la paz y el gozo vienen del cielo, es Dios quien te los da. El mundo nunca podrá quitarte eso, y si te lo quita, no era de Dios.
Aprende a vivir dependiendo de Él, donde SU espíritu more en ti y dejar que tome el control ya que, es SU presencia la que hace la obra.