COLOSENSES 2:8-11
El apóstol Pablo exhorta a la iglesia a no dejarse engañar por filosofías y pensamientos humanos que se apartan de la verdad del evangelio. En su tiempo, como también hoy, existían muchas corrientes que aparentaban sabiduría, pero que en realidad desviaban a las personas de la fe en Cristo. Esas ideas pueden cautivar nuestra mente y corazón, y alejarnos de la plenitud que solo se encuentra en Jesús.
Pablo afirma con claridad que en Cristo habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, es decir, Cristo es completamente Dios. No fue solo un hombre sabio o un profeta, sino el mismo Dios hecho carne. Por eso, en Él estamos completos. No necesitamos añadirle nada a nuestra fe, ni tradiciones humanas, ni reglas religiosas, ni filosofías externas. Cristo es suficiente.
Muchas falsas doctrinas, incluso algunas que se dicen cristianas, mezclan verdades del evangelio con enseñanzas humanas, creando una fe distorsionada. Esto ha dado origen a sectas y a sistemas religiosos donde Jesús queda opacado por ritos, imágenes o normas impuestas por hombres.
Pero nuestra fe no es una religión vacía, sino una relación viva con un Dios real. En Cristo hemos sido circuncidados espiritualmente, no mediante un rito físico, sino por una transformación del corazón, hecha por el Espíritu Santo (Romanos 2:29). Esta obra interna nos da libertad, no esclavitud.
Además, por medio del bautismo, hemos sido simbólicamente sepultados con Cristo en su muerte y resucitados con Él a una nueva vida. Esto representa que hemos dejado atrás la vieja naturaleza dominada por el pecado, y ahora vivimos con una nueva identidad: la naturaleza de Cristo. Todo esto es posible por la fe en el poder de Dios, que levantó a Jesús de entre los muertos, y que ahora también nos vivifica a nosotros por su Espíritu.
Por tanto, caminemos en esa nueva vida, fortalecidos por el poder de Dios, firmes en la verdad, y alejados de toda enseñanza que quiera reemplazar o disminuir la suficiencia de Cristo. Él es todo lo que necesitamos.