JEREMÍAS 18:1-6
A veces nos cuesta acudir a la casa del Alfarero, pero cada día en Su presencia es una oportunidad para ser transformados. Dios desea enseñarnos continuamente, pero debemos valorar cada momento con Él. Como vasijas, nacemos vacíos y estamos llamados a llenarnos con lo que verdaderamente edifica. Si no permitimos que Dios nos llene, el enemigo ocupará ese lugar con lo que no trae bendición.
Muchos buscan un evangelio a su medida, sin permitir que Dios los moldee. Pero como el barro en manos del alfarero, debemos ser moldeables. Sea cual sea nuestro carácter, Dios puede transformarlo.
La Palabra de Dios, como dice Hebreos 4:12, penetra hasta lo más profundo del ser. Solo cuando nos dejamos formar por el Señor y mantenemos comunión con Él a través del Espíritu, crecemos y somos hechos conforme a Su propósito.