trees, wilderness, nature-3822149.jpg

Conociendo más a Dios

Ir a descargar

En el presente domingo, nuestro hermano Carlos nos habló acerca de Job 36:24-33. Dios es grande, y nosotros pequeños, por lo que no podemos llegar a abarcar sus dimensiones (“Dios es grande, y nosotros no le conocemos”). Él es infinito, nosotros finitos y limitados (“Ni se puede seguir la huella de sus años”). No podemos llegar a conocer a Dios completamente. Sin embargo, Él no nos ha dejado sin revelación de sí mismo, sino que se ha dado a conocer al hombre, por diferentes medios. Podemos distinguir dos tipos de revelación:

  • La revelación natural: Dios se da a conocer a través de la creación, no con palabras (Salmos 19:1-4).  Esta es una revelación universal, para todos los hombres. Todo el mundo puede, por tanto, llegar a conocer algo de Dios. También podemos ser conocedores de las cosas invisibles de Dios (Romanos 1:18-20, “de modo que no tienen excusa”; “su eterno poder y deidad”). El contemplar las maravillas de Dios, nos debe conducir a engrandecerlo y exaltarlo, por su maravillosa obra (“Acuérdate de engrandecer su obra”).
    • Podemos ver y conocer la bondad de Dios: Dios manda su lluvia sobre la tierra, para proveer y bendecir a todos los hombres (“hace llover sobre justos e injustos”).
    • Podemos ver y conocer el juicio de Dios: Dios manda su lluvia sobre la tierra, también como una forma de descargar su ira y juzgarnos. Por tanto, debemos tener temor de Dios (ejemplo del diluvio).
  • La revelación especial: para llegar a conocer a Dios realmente, necesitamos una revelación más particular y personal (“la mira el hombre de lejos”). Esta revelación es progresiva. Ahora Dios sí utiliza el lenguaje para revelarse. Dios se va revelando y dando a conocer al pueblo de Israel. Les confía su Palabra. Con la revelación especial, vamos conociendo a Dios cada día, más y más. Llegamos a entender que al ser humano le es imposible cumplir con la justicia y la santidad de Dios.
    • Abraham: Dios lo escoge, con el propósito de crear una nación de gran bendición (“serán benditas en ti todas las familias de la tierra”).
    • Moisés: Dios le revela la ley para el pueblo de Israel, Los Diez Mandamientos.
    • Jesús: la culminación de la revelación llega con Jesús, Dios hecho hombre (Hebreros 1:1-2). En Jesús, podemos conocer a Dios. Nosotros no hemos visto a Jesús, pero la revelación nos ha llegado a través de su Palabra, el Nuevo Testamento. En Juan 1:17-18, se nos dice que por medio de Jesús ha venido la gracia de Dios y la verdad (cómo Dios quiere que caminemos en Él). Somos justificados por medio de la fe en Cristo.

No hemos de quedarnos en la revelación natural, sino aspirar a la revelación especial, por medio de la Palabra de Dios. Para ello, tenemos que recibir a Jesús en nuestras vidas, de una manera personal, y leer la Biblia. Dios se hizo hombre, para acercarse a nosotros, demostrándose así que Él realmente quiso revelarse a este mundo. Tras la marcha de Jesús de esta tierra, nos dejó al Espíritu Santo, para una revelación aún más personal y cercana con Él. A través del Espíritu Santo, Él no está con nosotros, sino en nosotros. Hemos de compartir la revelación especial de Dios, con aquellos que aún no la conocen, para que ellos también puedan ir más allá de la revelación natural. Esto solo podremos hacerlo si de verdad conocemos a Dios de cerca.