Éxodo 35:4-19.
Contexto: Moisés convocó a todos los hijos de Israel para trasmitirle lo que Dios había mandado. Una de las cosas que Dios ordenó fue construir un tabernáculo. Ahora nos toca a nosotros, a la iglesia, trabajar en el plan de Dios. Para la obra, Dios usa a personas como nosotros. Pero no a cualquiera (muchos son los llamados pero poco los escogidos). Por tanto, estas personas tienen que poseer dos cualidades:
- 1) Ser generosas de corazón.
Dios no nos va a pedir nada que no tengamos o que él no nos haya dado. Él es aquel que provee y sustenta. El hijo del hombre vino a servir y DAR su vida por nosotros.
Cuidado con el egoísmo. No se trata de cumplir con unas “normas morales” (con un estándar). El cristianismo no es solo eso, la esencia del evangelio es DAR.
- 2) Ser sabias de corazón.
Estas personas son las que Dios quiere utilizar en su obra. Personas que se dejen moldear como el barro y que no muestren dureza ante las enseñanzas de Dios. Deja que Dios te guíe y te de sabiduría mediante el Espíritu Santo.
Ten mucho cuidado con la soberbia, todos somos iguales y nadie es superior. El sabio de corazón no busca la gloria ni quedar por encima de nadie.
¿Quieres ser sabio de corazón? No seas sabio en tu propia opinión, pues esto te aleja de la sabiduría de Dios.
Porque la sabiduría de corazón nace de las ganas de seguir aprendiendo de Dios, de tener tal humildad de aceptar que no tienes ni idea y que sobre todo necesitas a Dios. Buscar estar llenos de Él para llevar su luz a los demás y no nuestra propia oscuridad.
Dependencia del Espíritu Santo, ser conscientes de que no somos nada sin Él, el Espíritu de VERDAD.
¿Quieres que Dios te de sabiduría, use tu vida y te muestre su plan? Pues busca del Espíritu Santo.
Por tanto, para edificar el tabernáculo necesitamos:
- Traer la ofrenda, que YA SE DIÓ, ya se pagó. Los materiales fueron comprados por Cristo (la ofrenda por el pecado).
- Llevar a cabo la obra. Para ello se necesita sabiduría, mediante el Espíritu Santo. Jesús dejó al Espíritu Santo en su lugar.
Con Cristo y con el Espíritu Santo la iglesia se fundó, pero para seguir con la obra Dios busca a personas con un corazón generoso y sabio.