<a href=”https://go.ivoox.com/rf/134065248″ title=”Culto Domingo 22 de Septiembre de 2024″>Ir a descargar</a>
En el presente domingo, nuestro pastor Jesús nos habló acerca de Marcos 13:31-37.
No debemos preocuparnos más por el futuro que por el presente. La obra que hagamos a día de hoy será la que nos contará, ya sea para bien o para mal. La palabra de Dios continúa siendo actual. Está viva, de modo que nos es siempre de utilidad para el momento en el que nos encontremos.
Nadie sabe cuándo va a venir el Señor. Esta realidad nos lleva a muchos de nosotros a dormirnos, no buscando un acercamiento para con Dios (una mayor intimidad, un mayor estudio de la Biblia…). Esto conduce al estancamiento: los cristianos debemos anhelar alcanzar un profundo conocimiento de Dios, de su sabiduría. Hemos de seguir aprendiendo continuamente. Si nos estancamos nos pudrimos (al igual que ocurre con el agua). Realmente, nos es imposible conocer todo acerca de Dios (“solo sé que no sé nada”). Somos seres espirituales, y por ello hemos de aprender a vivir en el espíritu, pues la carne será pasajera.
- “También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor” (Juan 10:16). Si solo atendemos a la primera parte del versículo, podemos llegar a entender que no hay que congregarse. No obstante, la segunda parte nos deja claro que sí debemos hacerlo. Si realmente no conocemos de la palabra, nos podemos llegar a confundir.
“Para mí el vivir es Cristo”: esto es lo que debe decir un verdadero cristiano, aquel que no vive a medias para con Dios. Dios le habla a aquellos que le siguen (y tienen una intimidad con él). La unción de Dios comienza para con los que están en la cabeza, y ya después va hacia abajo. Dios busca a sus escogidos, a aquellos que le entregan su vida completamente. Nos tenemos que enamorar de Jesús. Nuestro deseo ha de ser agradar a Dios, aunque eso suponga no agradar a los hombres. Dios nos quiere dar tanto, no nos conformemos con una miseria. Hemos de velar: velar significa estar pendiente, vivir en alerta, con el temor de Dios muy presente; de lo contrario, el enemigo se nos colará por todos lados.