PRÉDICA 26 DE DICIEMBRE 2021
En el presente domingo, nuestro hermano Carlos nos compartió la palabra que se encuentra en 1 Pedro 1:13-17. La venida del Señor está más cerca que nunca, y el hecho de ser precavidos se ha vuelto mucho más necesario. No debemos descuidarnos y vivir de cualquier forma. Pedro, en estos pasajes, les da ciertos consejos a los creyentes del siglo I d.C., que estaban sufriendo persecuciones. Dichos preceptos son aplicables hoy día, en los tiempos en los que nos encontramos.
- “Ceñid los lomos de vuestro entendimiento”: hemos de adoptar una actitud de vigilancia frente a las ideas que del mundo nos llegan. Contar con una disposición de preparación. En 2 Corintios 10:4-5, se nos exhorta a utilizar nuestras armas espirituales para abatir cualquier pensamiento contrario a Dios
- “Sed sobrios”: hemos de tener dominio propio. Una persona ebria no es consciente de lo que sucede a su alrededor, no tiene un control sobre sí mismo, y ni siquiera es capaz de mantenerse en pie. Nuestras defensas bajan y el mundo quiere aprovechar ese momento para meternos lo que desea, sin nosotros darnos cuenta
- “Esperad por completo en la gracia de Jesucristo”: hemos de poner toda nuestra esperanza en Jesús. No perder nunca la visión, a pesar de estar atravesando pruebas y dificultades. Confiar y esperar en su gracia. En Hebreos 12:1-2, se nos insta a correr con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús
- “Como hijos obedientes”: Dios se nos ha revelado y ya no nos encontramos en nuestra anterior condición de ignorancia. Ahora que conocemos su voluntad, y que discernimos el bien del mal, nuestros deseos y anhelos han de cambiar. No tenemos excusa para la desobediencia (“no os conforméis a este siglo”, Romanos 12:2). Ha de existir una evolución en nuestra versión actual, con respecto a la antigua
- “Sed vosotros también santos”: un día Dios nos llamó y nosotros respondimos a ese llamado. Él es Santo, y por tanto nosotros hemos de serlo también (“santos en nuestra manera de vivir”, 1 Pedro 1:15). La santidad marcará la diferencia. Desde los inicios este ha sido el plan de Dios: separó al pueblo de Israel de Egipto (que representa el mundo terrenal), y esto mismo ha ocurrido con nosotros, que fuimos rescatados del mundo, con la finalidad de convertirnos en su pueblo, apartados y consagrados para Él. (“vosotros seréis mi especial tesoro”, “vosotros me seréis un reino de sacerdotes y de gente santa”, Éxodo 19:5-6) (“seréis, pues, santos, porque yo soy santo”, Levítico 11:45)
- “Conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación”: como ya hemos mencionado, tenemos el privilegio de ser el pueblo de Dios, de ser sus hijos, y de haber sido llamados por Él para ser santos. A mayor privilegio, mayor responsabilidad. Por tanto, hemos de contar con una actitud de reverencia y de temor hacia nuestro Padre celestial. No ser “niños malcriados”, que no muestran ningún tipo de respeto y que creen poder hacer todo cuanto desean. Somos peregrinos que van hacia su patria celestial. Por ello, no debemos acostumbrarnos a este mundo, pues no es nuestro verdadero hogar
Nuestra salvación costó mucho. Estamos muy cerca del final y esto es un toque de atención de parte de Dios (“aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”, 1 Pedro 2:9) ¿Qué clase de vida estamos llevando? ¿Estaríamos preparados si Dios viniese hoy?