PRÉDICA 22 DE MARZO 2022

DEUTERONOMIO 8: 1-10

Contexto: Moisés habló al pueblo acerca de cómo conquistar la tierra prometida, recordándoles el pacto que Dios había hecho en el monte Sinaí. Ahora, esta nueva generación necesitaba conocer sobre este pacto para poder renovarlo.

Como en todo pacto, hay dos partes, Dios y el pueblo de Israel; y a cada parte le corresponde un compromiso.  Dios les prometió darles la tierra y el pueblo prometió obedecer a Dios.

1º LA PARTE QUE LE CORRESPONDE A DIOS:

La buena tierra: Dios les había prometido, en un principio (a sus padres, Abraham, Isaac y Jacob), una tierra buena.

¡Dios siempre es fiel y cumple su palabra!

Pero hubo un problema, el pueblo desobedeció en el desierto idolatrando a un becerro de oro. Esta generación, la primera, se reveló contra Dios y fue por ello que Dios no les dejó entrar en la tierra prometida, muriendo en el desierto.

A pesar de esto, Dios mantuvo firme su promesa. Permitió que la descendencia de la primera generación, es decir, que la segunda generación entrara a la tierra prometida.

¿A que generación perteneces? ¿A la primera, la de la carne o a la segunda, la que vive por el espíritu?

Esta es la bendición que Dios quiere para nosotros, que vivamos una vida abundante con él. Solo él puede saciarnos. Juan 10:10

Una tierra buena, tiene las siguientes características:

  • Tiene abundante agua (uno de los elementos primordiales para la vida). Nuestra agua abundante es el espíritu santo, nuestra fuente de vida. Juan 7: 37-39. Al igual que la segunda generación, la que vive por medio del espíritu.
  • Es una tierra fértil. Dios quiere que demos fruto a los demás, pero sin él nada hacemos.
  • Está fundamentada en materiales sólidos. En nuestras vidas, hace falta una cierta estabilidad la cual solo nos la da Dios.

2º NUESTRA PARTE:

Consiste en obedecer a Dios, andar en sus caminos y tener ese temor santo hacia él. No es fácil obedecer, pero tenemos que aprender a obedecer.

Dios llevó al pueblo de Israel por el desierto para que aprendieran a obedecer, pues es un tiempo de preparación y prueba. Hebreos 5: 7-10.

Al igual que Jesús pasó por muchos desiertos, nosotros también vamos a pasar por ellos; pero es importante mantener siempre la voluntad de Dios.

No te preocupes en el desierto…. ¡Tienes a Dios!

Aprende de su palabra y vive de ella. Vivamos «de toda palabra que salga de la boca de Dios».

El plan de Dios es que sus hijos posean la tierra que promete, pero solo los verdaderos hijos viven de la obediencia y enseñanza del padre. Vamos a pasar por muchos desiertos, pero no olvides que tenemos a Jesús como ejemplo de vida y al espíritu santo para vencer.